Retos y horizontes para una educación emancipadora
- Angel Marzo, Ana Lucia Souza Freitas
- n. 28 • 2020 • Instituto Paulo Freire de España
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Retos y horizontes para una educación emancipadora
Angel Marzo, Universitat de Barcelona; Ana Lucia Souza Freitas, Universidade do Vale do Rio dos Sinos
La educación tiene múltiples caras. Bajo la etiqueta de la educación se cobijan actividades de índole muy diversa. En algunos casos llegaríamos a compartir la afirmación del escritor catalán Josep Pla
El esfuerzo ingente que dedican, en la etapa de la educación, determinadas y numerosas criaturas por no salir del puro analfabetismo es un hecho que causa gran impresión. Es un hecho poco destacado por educadores y pedagogos. Esta contundente voluntad de analfabetismo, consciente y lúcida, crea a veces personas de un sentido común muy acusado, de unas condiciones de fuerza y audacia para la vida infinitamente superiores a la inmensa mayoría, mediocre e ilustrada.
Y no solo en educación infantil también en la educación de adultos. Hace años en los trabajos de investigación que realizó Emilia Ferreiro en México con personas adultas analfabetas ella explicaba que algunas personas solo accedieron a colaborar con sus investigaciones si se comprometía a no intentar enrolarlos en cursos de alfabetización.
En pleno siglo XXI la educción ya ha adquirido carta de naturaleza para la mayoría de los sectores de la sociedad y en buena parte del planeta. Lo que ajora se debate no es tanto es la necesidad de ésta, sino que tipo de educación con que finalidades. Y así nos remitimos a la pregunta esencial de Paolo Freire, a quien favorece la educación.
La extensión de las actividades educativas parece que de patente de corso a cualquier acción educativa obviando que algunas de ellas pueden conducirnos a impulsar comportamientos partidistas, opresivos, excluyentes, machistas… por esto una mirada crítica de la educación es sana si lo que deseamos es impulsar las plenas capacidades de las personas a lo largo de la vida
Lo dicho no excluye que siga siendo un objetivo imperioso la extensión de la educación básica a todas zonas y persones del planeta y para todas las personas. Hay un umbral de conocimientos que resultan indispensables para ejercer la ciudanía en la sociedad actual. El informe de la UNESCO (2015) ya reconoció que la desigualdad en educación seguía creciendo, que en las zonas más pobres del planeta la educación es un privilegio al que muchas personas no tienen acceso.
Pero convive con esta voluntad de conseguir una educación para toda la alerta para que la educación no se convierta en una práctica manipuladora, segregadora, que sujeta a las persones a sistemas injustos. La educación no es ajena a movimientos centrípetos que contenidos a través de medidas directas o indirectas. La identidad de los colectivos populares de las personas con menos recursos es olvidada o excluida por una maquinaria con muchos recursos. Esto afecta a las lenguas, las culturas, los saberes tradicionales y populares, también a los conocimientos que están en la base de la subsistencia cotidiana.
También es cierto que en este panorama reconocemos movimientos con gran fuerza que representan la voluntad de construir espacios de intercambio y de recreación de saberes des de la base de pueblos y ciudades. Desde los movimientos para impedir que el planeta continúe en la deriva destructiva en la que se encuentra, los movimientos feministas o los de apoyo a las personas que emigran en busca de un futuro mejor de una vida digna.
El saber de los otros
La educación desde la época ilustrada se reconoce como un derecho de todas las personas, Condorcet (1996) en el Tratado de la Instrucción Pública aboga por unos conocimientos que lleguen a todas las personas de todas las edades a través de la lectura i la educación pública. Un sistema democrático debe asegurar que todos los ciudadanos y ciudadanas tengan acceso a los instrumentos de comunicación, compresión del entorno i participación en los procesos sociales. Pero sabemos que esta no es la realidad actual en muchos lugares del planeta hombres y mujeres siguen sin tener acceso a esta educación básica y son ellos dificultades importantes para tener un trabajo, pare resolver los problemas básicos para tener una vida digna… Por esto sigue siendo una necesidad impulsar procesos educativos en todos aquellos lugares donde este déficit sigue existiendo. Hay que mejorar la educación básica de niños y jóvenes, pero también impulsar sistemas de formación a lo largo de toda la vida.
En los estados con estándares educativos más desarrollados también se dan situaciones de desigualdad educativa en minorías, emigrantes colectivos en riesgo. Y el coste social que causa este desequilibrio tiene gran importancia. Los sistemas de salud, la economía, el bienestar personal y social salen perjudicados. Paul Bélanger (UNESCO, 2010) en su aportación en la Conferencia de Belem dice:
Sí, la educación de adultos se ha convertido en un derecho fundamental porque ahora es, en todas partes, indispensable para ejercer los demás derechos: derecho a la salud, al trabajo, derecho a un medio ambiente sano, a la defensa contra la discriminación en función del sexo o de la orientación sexual, la edad, etc. Al ser reconocida como un derecho legal que todas las personas pueden ejercer será justiciable, la formación básica de adultos podrá ser accesible a todas las personas del planeta, y este aumento general del nivel de las competencias se convertirá en una poderosa palanca de desarrollo socioeconómico y de mejora de la calidad de la vida.
En la última década ha habido una tendencia a importante de volver la espalda a estos problemas responsabilizando a las personas y situando el problema como algo ajeno a los países que tienen una mejor situación económica. Por su parte los estados con mayores dificultades entienden que este es un problema que no pueden abordar por falta de recursos. Pero no solamente es un problema de recursos también es necesario ver qué sentido se otorga a la educación qué finalidades se le atribuyen, qué contenidos vehiculan, qué resultados pretenden.
Todavía perviven sistemas i acciones educativas basadas en contenidos etnocéntricos. Que entienden la educación como una transmisión patrimonial. Se ofrecen recetas, soluciones parciales. La educación se ha convertido en un elemento más de consumo Licínio Lima (2019) nos alerta de os riesgos de una competitividad exacerbada por la siguiendo la dinámica de una pedagogía empresarial de tal manera que pueden resultar en una pedagogía contra el otro y en una educación alienante y deshumanizada. En este sentido, a menudo, se habla de los estudiantes como usuarios, como si la característica predominante, definitoria fuera hacer uso de un servicio diseñado por otros. Este servicio se pretende gestionar con una dinámica gerencialita donde los costes económicos, el precio para los usuarios y para los sistemas públicos tiene un papel nuclear.
También sigue existiendo una brecha importante entre algunas propuestas educativas y la práctica a las que va dirigida. La brecha entre teoría y práctica, que deberían haber reducido el acceso a la información y las posibilidades de intercambio, sigue existiendo porque falta una formación que permita seleccionar los datos útiles, significativos y darles sentido.
Reconocemos unas prácticas con nuevos matices de manipulación, de segregación, de sujeción que no favorece a la persona ni a su entono próximo.
Si aprender es incorporar los contenidos razonables y útiles, afectivamente saludables para la población en su conjunto y para cada persona en particular, socialmente productivos las dinámicas de aceptación contenidos, procedimientos y maneras de hacer o de ser de otros de forma acrítica no tendrían que tener cabida en educación. Esta se sitúa en el terreno de lo social de las interacciones de los sujetos y de estos con el entorno. Para que se dé el aprendizaje en el educando debe haber un proceso de incorporación activa de los contenidos. Es la que Paulo Freire define como aprehender y que lleva consigo la recreación de los conocimientos.
Frente a la transmisión unidireccional, más cercana a los tutoriales o el relato de los influencers podemos hablar de una educación que implique un proceso de cocreación. Si entendemos los contenidos de la educación como objetos externos, transmitidos, cedidos, legados por los otros estamos empujando a los educandos actuar como meros receptores. Y ello conlleva a que reciban un alud de contenidos irrelevantes para su bienestar y el de su entorno.
Una educación se construya a espaldas de los propios estudiantes. Incluso desde el discurso de las competencias. Es un discurso de adaptación no de constitución de nuevos espacios. Los contenidos actúan como pantalla de distracción. Como mucho hay que contar con su situación, pero no con sus deseos, sus aspiraciones. Tampoco el educador entra como sujetos activos sino como un eslabón necesario al que se reconoce un carácter puramente técnico. La investigación que se desarrolla desde ámbitos como la neurociencia, los estudios sociales, la tecnología, los avances científicos en general deben ser elementos a alcance para la orientación de los procesos de aprendizaje, el esfuerzo por compartir estos recursos debería estar en el centro de la práctica educativa.
La tecnología no es el problema sino como la usamos. Por ejemplo, que se puedan a partir de algoritmos postulen respuesta a problemas urbanísticos, médicos, científicos, educativos es muy positivo si están al servicio del conjunto de la población y es posible leerlos con mirada crítica y reformular las correcciones que sean necesarias. Que la maquinaria del márquetin conozca nuestros intereses y expectativas y diseñe respuestas individualizadas a las preguntas que probablemente nos planteemos no es una catástrofe si no somos capaces de tener una visión crítica una identidad forjada por uno mismo en interacción con el entorno que nosotros queramos escoger.
Cada día tenemos la experiencia de colectivos que se sitúan al margen de las propuestas educativas porque éstas ignoran su mundo. No ofrecen un espacio de acogida para sus aspiraciones y deseos. La educación no puede ser vivida por los estudiantes y menos por los educadores, ni siguiera la comunidad educativa como la empresa de los otros.
Finalmente señalar que la crítica al proceso educativo no puede conducir a disculpar las posiciones de falta de compromiso de los propios educandos. Cuando iniciamos un proceso educativo como personas que aprenden asumimos también una responsabilidad que no hay que olvidar. Una responsabilidad compartida, pero en la que cada persona debe asumir su cuota.
Propuestas emancipadoras
Con toda la educación tienen un valor intrínseco de impulso hacia la autonomía. Autonomía que vamos a ejercer en espacios compartidos, en interacción con los que nos rodean en un espacio tiempo del que no nos podemos abstraer.
El conocimiento fluye de la sistematización de los saberes vengan de donde vengan. Poner en valor la cultura de las personas de todos los espacios sociales es uno de los retos de la educación. Más allá de los contenidos culturales estereotipados se puede poner en marcha los procesos de creación colectiva. Nos educamos para responder a los retos que en las diferentes etapas de la vida se nos plantean.
La apuesta es por el perfeccionamiento de nuestros esquemas de conocimiento, de los procedimientos para resolver los problemas, del autoconocimiento y de los recursos y limitaciones personales, de la capacidad de participar y crear redes de intercambio i cocreación de conocimientos.
Más que nunca para aprender tenemos que ser capaces de crear nuevos espacios con estructuras más horizontales, insertas a las prácticas que permiten responder a los retos individuales y colectivos.
En este monográfico tenemos la aportación de Tomás Rodriguez Villasante nos aporta claves para el estudio de los procesos d colaborativos de base, sus dificultades sus objetivos. Es necesaria la articulación de las acciones a partir de planteamientos abiertos a escuchar la diversidad y poder construir cooperativamente movilizaciones y organizaciones capaces de transformar las explotaciones, opresiones.
También presentamos la experiencia y la sistematización de sus resultados del proyecto educación de las mujeres de la Floresta nacional de Tefé. Los resultados de esta investigación muestran el papel decisivo que pueden jugar las mujeres en la toma de decisiones con respecto a sus vidas y sus comunidades.
Finalmente, el trabajo desde un espacio comunitario del barrio de Mirafiori de la ciudad de Turín explora las sinergias que desde el territorio se pueden impulsar. El trabajo pude ser transversal a las culturas de los grupos generacionales, a diferentes grupos socioeconómicos que trabajan con un sentido compartido en un entorno comunitario.
Así los aprendizajes que van a permitir la transformación social deben contar de forma inexcusable con los saberes de las personas que aprenden y de su entorno. Pero también con la capacidad de los sujetos de deshacernos de aquello que nos limita nos constriñe. Aprender i desaprender es un ejercicio constante en el proceso educativo. Para que la educación de las mujeres y hombres sea un factor de transformación se debe inscribir en procesos colectivos de cambio. La educación por sí sola no cambia la sociedad, pero puede ser un factor de impulso, de dinamización si confluyen voluntades colectivas de transformación.
Referencias bibliográficas
Condorcet (1996). La instrucció pública. Vic, Barcelona: Eumo Editorial.
Freire, P. (1988). Pedagogía del oprimido. Ed. Siglo XXI. Madrid.
Freire, P. (1989). La pràctica educativa. Temps d’Educació, 1, 91-100.
Lima, L.C. (2019) Uma pedagogia contra o outro ? Competitividade e emulação. Educação & Sociedade, v.40
Unesco (2010). Confitea VI. Sexta Conferencia Internacional de Educación de Adultos. Hamburgo
Unesco (2016). Informe mundial 2015 re-pensar las políticas culturales. París