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vol 24 • 2018

¿Usual rima con manso?

¿Usual rima con manso?

Desde el malestar al buen vivir: una conciencia crítica que cambia cada uno y el mundo desde el estilo de vida y desde el trabajo.

Lucia Bertell [1]

Traducción: Loris Viviani

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“Hubo que acontecer así en aquellos años benditos, en los cuales, por ejemplo, nació la Ilustración, o en los días en los que el mundo entero se descubrió, de repente, romántico. No eran movimientos de tropas, y tampoco hijos que mataban a los padres. Eran unos mutantes, que reemplazaban un paisaje con uno diferente y allí fundaban su hábitat. No hay frontera, no hay civilización por un lado y bárbaros por el otro: sólo hay el borde de la mutación que procede, y corre dentro de nosotros”.

Alessandro Baricco

“Si queremos que la subjetividad se escape al régimen de mercantilización peculiar de nuestra época histórica, es necesario un salto cualitativo (…) Nosotros necesitamos de devenir aquel tipo de sujetos que desean activamente reinventar la subjetividad como conjunto de valores cambiantes y que saquen placer de esta actividad, y no de la perpetua re- proposición de los regímenes familiares”.

Rosi Braidotti

En un tiempo como el actual – tan fuertemente caracterizado por una crisis de los valores, de la comunidad, del medio ambiente, de la economía – resulta indispensable volver a pensar las modalidades de estar en el mundo. También es importante, por aquell@s que como yo hacen investigación, observar y nominar las señas de cambio y, en la medida de lo posible, otorgar un sentido de orientación a la lectura de los datos recogidos.

Empiezo a escribir compartiendo dos preguntas que han circulado en un encuentro reciente de Ciudadanía sostenible, una red de realidades y personas activas en la provincia de Bergamo, en el norte de Italia, que me invitó para entrelazar mi investigación sobre el trabajo en los contextos de la economía diversa con los estímulos contenidos en la encíclica Laudato sii [2]:¿como hacer para vivir hacia una ecología integral? ¿Cual cambio de paradigma es practicable?

Me he enfrentado a estas preguntas desde una mirada laica, en dialogo con los resultados de la investigación que llevo hace años con el TiLT /Territorios en Libre Transición del Departamento de Ciencias Humanas de la Universidad de Verona. Nuestra intención es la de comprender el cambio y los procesos (sociales y educativos) impulsados por los movimientos relacionados con el mundo de las redes, como: Economía Solidaria, Balances de Justicia, Grupos de Compra Solidaria, Centros de experimentación de auto desarrollo, Genuino Clandestino, Decrecimiento Feliz, Economía de Comunión, Economía de los bienes comunes, Economía de las relaciones, Fuera Mercado, Transition Town, o sea de aquellos que, a través de prácticas cotidianas conscientes, se mueven con modalidades criticas hacia un sistema que sienten como opresor, injusto, llevador de muerte. Estas son las que llamamos economías diversas gracias a una precisión lingüística que, según nosotr@s , se volvió necesaria respecto a la expresión más conocida, y todavía en muy en uso, de otra economía o economía solidaria, para evitar enfocar este cambio como algo de paralelo, otro, o como basado exclusivamente en una instancia solidaria.

Después la primera investigación entre Veneto y Cerdeña – dos regiones italianas muy diferentes entre sí, que ha buscado reconstruir contextos, prácticas, procesos educativos propios de estos movimientos de economías diversas [3]- empezamos a sentir la necesidad de profundizar las cuestiones inherentes al trabajo, ya que muchas de las personas encontradas – mujeres, hombres, muy jóvenes – que elegían trabajar, también tras un cambio radical, acercándose a la tierra y al agricultura, o a trabajos manuales como hacer el pan, construir o arreglar bicicletas, hacer esponjas vegetales, el doctor con las manos, la librera independiente, hacer el quesero, el molinero, la banquera ética, los educadores/actores, el maestro libertario, la cocinare vegetariana y así de paso. Estas experiencias e historias de vida han sido útiles para escribir dos libros y, sobre todo, porqué han sido recogidas más historias, siempre entre Veneto y Cerdeña y después en toda Italia, que han dado cuerpo y voz a lo que os diré.

Pensamiento crítico, concientización y prácticas conscientes

Los movimientos del '900 – feminista, ecologista, mutualista, anarquista – han insuflado vida a prácticas y también a formas reconocidas desde la necesidad emancipadora del sistema liberista, alimentada por recorridos reflexivos, críticos y participativos de los proceso de concientización. Entre aquellos recorridos y los actuales de economías diversas existen más enlaces pero, al mismo tiempo, se puede hablar ahora de experiencias nuevas que, a raíz de una relación más consciente con la ferocidad del mercado neoliberista (cierto, evolución del liberismo de finales del '900 pero con formas biocapitalistas más penetrantes), han calibrado procesos de autonomía individuales y colectivos orientados a la creación de contextos de profunda substracción al mercado. Freire hablaría de recorridos que se han distanciado de la conciencia predefinida de los “depositarios” y de los “bancarios” dirigida a la consolidación de la pasividad de los sujetos y a vaciar la potencialidad de ser ciudadanos.

Ha sido otorgada una gran atención, ya desde los años '90, a la critica del consumo y sobre ésta se han desarrollado comunidades prácticas como, por ejemplo, el balance de justicia, los grupos de compra solidaria, el auto-producción, los mercados autogestionados, el intercambio de informaciones sobre productos y productores. La estrecha conexión, la circularidad, entre reflexividad y prácticas cotidianas ha calificada con un sentido profundamente educativo estas prácticas, connotando el proceso hacia la autonomía del sistema como proceso de aprendimiento

Estos procesos se han desarrollado sobre todo en las ciudades y han puesto el foco en la necesidad de acortar las distancias de la provisión alimentaria y volver a acercar los consumidores a los productores locales.

Gracias a la importancia del consumo local para incidir sobre lo global (sobre injusticias y explotación de tierras lejanas) los ciudadanos y las ciudadanas critic@s han empezado a buscar y sostener los pequeños productores ecológicos locales poniendo en marcha un recorrido de conocimiento sobre los productos, sobre los sistemas alternativos (ecológico, sinérgico, permacultura), llegando a crear verdaderas producciones agrícolas soportadas por la comunidad. Las CSA, Community Supported Agriculture, empiezan siendo unas experiencias piloto en muchas ciudades italianas [4] y, sin considerar los aspectos de los sistemas de agricultura industrial convencional, pueden considerarse verdaderas formas innovadoras (Bertell,2017) por la activación de la ciudadanía critica en los procesos productivos críticos. Por esta razón el grupo de investigación TiLT las considera como verdaderas prácticas de ciudadanía: poniendo en duda el mundo como nos es presentado por el sistema y activando procesos de creación social capaces de cambio, aunque contextuales, re-formulando relaciones, organizaciones, estilos de vida, trabajo, abriendo el orden de las posibilidades a algo nuevo y, a menudo, al principio, estridente con lo existente (De Vita, 2009,2017), de diferente. Pero solo es otra música.

En algunos años ya no era sólo cuestión de actuar sobre el consumo para crear espacios de autonomía; est@s ciudadan@s innovador@s ahora “participan” también a la creación de situaciones de disociación y no son reconocidos solo como consumidores (Codeluppi, Paltrinieri,2019), sino en su identidad reconquistada de ciudada@s en movimiento. Desde la gran movilización de Seattle (Forno,Ceccarini,2006) un pueblo entero a nivel global ha retomado las instancias del '900 re-contextualizándolas e innovandólas a la luz de la misma evolución y del nuevo espíritu del capitalismo (Boltanski, Chiappello,1999) y, desde una critica radical al consumismo, han llegado en estas experiencias de economías diversas a participar tanto a las factores de la producción volviéndose “co -productores”.

Por estas razones el foco de las investigaciones se ha desplazado desde el área de consumo critico hacia aquello de la producción critica y nos ha llevado a activar investigaciones exploratorias para comprender el trabajo/producción en las economías diversas como otra y nueva práctica de ciudadanía activa.

Estas investigaciones han puesto el foco elecciones de trabajo que han abrazado instancias ecológicas criticas, radicales y profundas (Mies, Bennholdt-Thomsen,2000; Bookchin, 2016;Dalla Casa,2011) empujando los sujetos hacia prácticas de ecología integral o, a través de una expresión que trae origen de las historias recogidas, de “trabajo ECOautónomo”. Un trabajo que se ha movido desde un acercamiento relacionado con la sostenibilidad económica hacia la dirección de la “practicabilidad de la vida” (Bertell,2016).

Lo que no son

Antes de adentrarme en las vidas Ecoautónomas y hablar a cual cambio de paradigma se refieren, quiero mostrar lo que estas historias no quieren y no son. Los trabajadores que hemos entrevistado no son personan que ponen en marcha empresas sociales o cooperativas o asociaciones de voluntariado, aunque una mirada superficial podría categorizárlos de esa forma. Así que no estamos hablando de hombres y mujeres que elijen sumarse a ese fenómeno tan conocido y llamado tercer sector. No elijen formas jurídicas no profit y, cuando lo hacen, ya que también las hay, lo hacen por una conveniencia organizativa-administrativa y no para adherir a un modelo. Elijen las formas jurídicamente más simples (que a menudo se sitúan en el área profit) y, lo diré en un rato, las llenan de nuevos sentidos, de nuevos significados. No es la forma jurídica que les devuelve la esencia sino sus prácticas.

Subrayo esto por que a mi aviso es muy importante situar este fenómeno relacionado con el trabajo en un ámbito de novedad, que es él de las Economías diversas, y no situarlo como un sostén que avalora un sector que sí, es hijo del mutuo socorro, de la solidaridad y del cooperativismo del siglo pasado pero que hoy ha entrado en crisis como, y porqué, empezó haciendo negocios con el mercado. Tenemos que decir que sin han entrado en crisis, con efectos no deseados, las relaciones entre Estado y mercado, entre el primer y el segundo sector, tampoco el tercero se quedó ileso.

El trabajo

Y ahora doy un saltito en el trabajo.

L@s Ecoautónom@s ya no quieren ser trabajador@s de una ética instrumental.

Michele La Rosa, sociologo del trabajo, con su constelación reconstruye los pasajes evolutivos de la ética del trabajo y habla de cuatro tipologías de ésta:

  • una ética totalizadora, que considera condiciones de trabajo mayormente estables, localizadas y entrelazadas con las necesidades de la vida;
  • una ética del trabajo instrumental, caracterizada por un fuerte enlace entre renta y consumo;
  • una ética del trabajo emancipadora, en la que está presente una búsqueda del significado del trabajo;
  • una ética del trabajo contingente, radicada en el presente sin ideas sobre el futuro (2002).

De las cuatro tipologías, que no tienen necesariamente consecuencia histórica, es la ética instrumental aquella sobre la cual quiero poner un acento, ya que ésta enfoca el trabajo como herramienta para llegar a una renta útil para acceder al consumo. Un circulo definido por trabajo/renta/consumo. Es la ética instrumental del trabajo que en mayor medida ha modificado nuestra identidad trasformándonos en personas reconocidas socialmente no gracias al trabajo sino en cuanto consumidores (2002). la ética del trabajo instrumental ata de forma indisoluble el papel del trabajador a aquel del consumidor, encontrando en la renta su factor característico, o sea la posibilidad por el trabajador de ser un consumidor y, a través de eso, un sostenedor del sistema social capitalista. Podemos decir que el consumo es una forma de reconocimiento socias tan estrechamente ligada al trabajo que ha oscurecido un reconocimiento social más directo.

¿El trabajo siempre existido?

¿Pero siempre fue así? ¿El trabajo, así como lo conocemos hoy en día, siempre existió? Es una pregunta que empecé a ponerme recién. Aunque la humanidad haya siempre tenido que relacionarse con la naturaleza para sobrevivir y medirse con la transformaciones de sus condiciones de vida, tales actividades siempre han sido incluye en una sola categoría y no siempre han constituido la base de la vida social.

No son mucho los teóricos que en sus textos responden a esta pregunta. Entre éstos interesantes son las voces de Dominique Mèda (1997,2005), Ivan Illich (2005), Philippe Godard (2011), Marshall Sahlins (1980), investigadores que nos muestran como fuera de nuestro imaginario colectivo ya existieron sociedades donde el trabajo no era ni un concepto comunicable a través del idioma a ellos contemporáneo, o era algo servil, seguramente no era ese elemento estructural del sistema social así como lo es en la actualidad. Es con Adam Smith y sus contemporáneos que el trabajo se vuelve una medida, un contenedor que amalgama los esfuerzos, un instrumento de ecuación entre diferentes mercancías. Y el tiempo es su esencia. Así el trabajo mismo se vuelve una mercancías funcional al sistema y no útil a la comunidad. Hace pocos siglos, ayer, si pensamos en términos de historia d ella humanidad. Es este el momento histórico donde es posible reconocer de forma clara y por todos el objeto trabajo, encontrando una propria unidad conceptual.

La elección de la libertad

Así es, desde esta idea de trabajo los Ecoautónomos se distancian desde la ruptura del pacto con el consumo. Sujetos que reconquistan un sentido activo de la ciudadanía, aveces movidos por una clara conciencia, otras desde un malestar interior; o también para otorgarle a la existencia un sentido político.

Lo que emerge de la investigación es que lo hacen buscando practicar recorridos de vida integrales; integral como puede serlo un buen pan. Y lo hacen a raíz de una irreprimible instancia a la autodeterminación. Eligen la libertad, la ciudadanía libre.

Imaginaros una flecha, de las que diseñan los niños.

La punta es la motivación y apunta a la libertad. Esa es la fuerte motivación que empuja al cambio.

Cambiar estilo de vida a través de prácticas de reducción de consumos y cercanía con la naturaleza; prácticas guiadas por la necesidad de unos gestos de autonomía en contra de un sistema opresor, desde un sentido de justicia y desde la necesidad de percibirse integrales como el pan. Un cambio que cuestiona el trabajo.

Desde las historias emerge que, mayoritariamente, son pasajes que requieren tiempo, requieren un tiempo de transición de un modelo al otro, puede que empezando hacer dos trabajos (uno para garantizarse una renta y el otro para experimentar la posibilidad de cambiar), o gracias a un acuerdo entre compañeros de vida que comparten un proyecto (uno cambia de trabajo y el/la otr @ no). Si no, directamente al nuevo recorrido laboral con mudanzas (a menudo geográficas) y saltos al vacío.

Las historias recogidas por la investigación cuentan de licenciadas en medicina que se transforman en cocineras vegetarianas “porqué la comida es medicina”, licenciados en ciencias políticas que se vuelven artesanos de bicicletas “porqué las dos ruedas son política”, arquitectos y músicos que se transforman en horticultores “Porqué ya es suficiente consumir suelo, hay que cambiar la música”, informáticos que empiezan cultivado alcachofas “porqué trabajar al aire libre es mejor”, educadores que se hacen queseros, un mecánico de ciudad que se vuelve al pueblo a hacer el pan como lo hacía la madre, una bióloga que se vuelve campesina “porqué se siente en casa cuando está en el campo” …

Un ejemplo entre muchos: Silvia Caucchioli, joven abogada, dice: “yo no me conformo pasivamente a un sistema que nos quiere encanalar en un recorrido predeterminado, que nos quiere esclavos del trabajo en el nombre del bienestar, que nos quiere enseñar como ser felices. Yo veo las injusticias con mis ojos y no quiero hacer como si no existieran. Quiero reaccionar, imponerme, proponer. Quiero ser protagonista de mi vida, sentirme libre en la construcción de mi camino, quiero dejar una señal de mi pasaje. (…) He reflexionado mucho sobre la organización de mi vida y de la de mi familia. Llegué a la conclusión que el modelo dominante propuesto no se acopla a mis ideales. Pasar todo el día en una oficina, acumular dinero para después gastarlo solo en las vacaciones, endeudarse para comprar una casa no corresponde a mis prioridades. Decido, con Andrea, de vivir de nuestro trabajo sin explotar la tierra o las personas, en lo simple de la comida sana y de relaciones sinceras con los amigos con los que compartimos el proyecto”.

No podemos simplemente llamar altruismo, solidaridad, ambiente a la fuerza propulsora que los activa. Más bien están movidos por un “deseo de libertad” del sistema, por la búsqueda de vías de autodeterminación, en conflicto con el sistema y resistiendo a través de prácticas cotidianas de relación con lo humano y el ambiente que se substraen al paradigma de la funcionalidad, abren la posibilidad de transito hacia un sistema que se les parezca más. La he llamado “practicabilidad de la vida” porqué estos trabajadores y trabajadoras Ecoautonomas no han hablado de economía sino de vida.

No solo cambian estilo de vida a través de la reducción de los consumos (una de las categorías emergida ha sido vivir simplemente), no solo eligen consumir críticamente sino que eligen cambiar de trabajo o hacer un trabajo que se desvincula de la centralidad del dinero y de su instrumentalidad al consumo, situando la renta a los margenes del hacer (el dinero no desaparece sino que es re-dimensionado y estrictamente útil a las necesidades), practicando otros tipos de pago como “yo te doy queso, tu me das carne”, o intercambiando trabajo, o también inmaterial como el impagable reconocimiento del propio trabajo, viviendo de forma más simple y construyendo otras formas de relación útiles al proyecto común y a la comunidad entendida también de forma zoecéntrica (o sea, no antropocéntrica) (Braidotti,2013).

Las prácticas zoepensantes

Estar en sintonía con lo viviente, que es Zoe, dice Antonia de Vita (2017), o sea practicar en la cotidianidad gestos y pensamientos sistémico, que no separan el individuo del conjunto. Las prácticas zoepensantes se dirigen hacia una dirección diferente y contraria a aquella del hombre concentrado en si mismo y en sus pequeños y grandes poderes, a aquella del homo oeconomicus. La primera, ordena sus propios factores desde un afiliación a la entera existencia; la segunda, ordena sus propio factores desde las prioridades del homo oeconomicus, después, cuando ya no es posible prescindir de ellos, también de las sociales y ambientales. Desde aquí mueve mi crítica al concepto de sostenibilidad (Bertell,2016).

Docilidad

Así que existen, en medio de tantas tinieblas, algunas experiencias, que no son puras o perfectas, que abren el devenir de otro paradigma basado en la practicabilidad de la vida y no de la economía. Son experiencias que muestran unas diferencias que pueden dar miedo, que pueden producir malestar como producen malestar todas aquellas situaciones que desafinan respecto a lo consueto. Esto lo he visto en muchas discusiones con personas que, aunque habiendo cambiado estilo de vida en los consumos y en las relaciones interpersonales no saben como lidiar con una pregunta profunda que tiene que ver con su propio trabajo.

Pero no se trata, me parece comprender desde estas experiencias de nueva ciudadanía de economías diferentes, de cambiar de trabajo en un día sino más bien ver que otro paradigma es posible, que es posible empezar a hablar y a poner en discusión también el trabajo y sus estructuras, además hundidas en una crisis profunda.

La perplejidad que encuentran las personas que cambian radicalmente su vida también a través del trabajo tiene que ver con el encuentro con algo que exprime diferencia. Son historias raras. Pero si lo pensamos lo usual suele ser acompañado por lo manso. Usual es lo que está adentro, que no desafina. Hay una docilidad que mantiene en el sistema (2014). Porqué pertenecer da seguridad. ¿Que es lo que nos mantiene allí?


Bibliografía

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Ivan Illich (2005), La convivialità, Boroli, Milano.

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Marshall Sahlins (1980), L'economia dell'età della pietra. Scarsità e abbondanza nelle società primitive, Bompiani, Milano.


[1] Lucia Bertell ha fundado con Antonia de Vita, Federica de Cordova y Giorgio Gosetti, el TiLT /Territorios en Libre Transición – Laboratorio Interdisciplinario de investigación sobre las nuevas prácticas de ciudadanía, en el Departamento de Ciencias Humanas de la Universidad de Verona. Es Licenciada en Pedagogía y Doctora en Sociología, se ocupa de trabajo, participación y movimientos sociales en lo contextos de las llamadas economías diversas. Eco-feminista, desde siempre enfoca las investigaciones con espacial atención a las diferencias.

[2] La encíclica ecologíca de Papa Bergoglio del 2016, a menudo tomada como referencia por su mensaje ecologista y por el fuerte llamamiento a volver a tomar una correcta relación de reciprocidad con la naturaleza, abandonando las actitudes depredatorios propios de la económia neoliberista.

[3] Lucia Bertell, Marco Deriu, Antonia De Vita, Giorgio Gosetti (2013), La primavera delle economie diverse, Jaca Book, Milano. De economías diversas hablan también Julie Katherine Gibson-Graham (2006).

[4] Una de las importantes es la CSA Arvaia de Bolonia: http://www.arvaia.it/


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