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vol 9 • 2011

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Reconstrucción de las colaboraciones entre comunidad y universidad: principales retos del sur global

Reconstrucción de las colaboraciones entre comunidad y universidad: principales retos del sur global

Sonali Mukherjee [1]
Rajesh Tandon

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Introducción

En un momento en que todo el mundo, y sobre todo la región de Asia-Pacífico, vive en un clima de incertidumbre debido a la crisis económica, política y ecológica, se hace más evidente que nunca la necesidad de canalizar la base de recursos de conocimiento en beneficio de los segmentos pobres y marginados de la sociedad. Desde su creación en 1946, la UNESCO ha destacado insistentemente la importancia de la educación superior en el desarrollo de las sociedades y, durante los últimos años, ha aumentado su implicación en el fomento de un desarrollo sostenible y de la cultura de la paz. (II Conferencia Mundial sobre la Educación Superior en el Siglo XXI: Visión y Acción, celebrada en la sede de la UNESCO en París el mes julio de 2009).

En el proceso de creación de la sociedad progresista, los valores económicos han calado en todas las instituciones de la sociedad. En este contexto, la noción formalista de economía propugnada por Karl Polanyi es la que mejor describe la sociedad dominada por el mercado actual. Las instituciones de educación superior están también sometidas a las fuerzas del mercado. La educación se ha convertido prácticamente en una mercancía, que se puede intercambiar según parámetros económicos y utilizar en beneficio del individuo en lugar del conjunto de la sociedad. El estudiante asume ahora el papel de un cliente en lugar de un amante del conocimiento. Además, las fronteras geográficas ya no son una barrera para llegar a estudiantes potenciales. Las universidades del norte abren campus en el sur o colaboran con otras instituciones o franquicias para impartir sus cursos con su marca, pero sin implicarse en los complejos procesos administrativos de cada país.

La educación superior se ha convertido en una forma de negocio en todo el mundo. Es una especie de transacción comercial, que ha experimentado un crecimiento del 7% anual desde finales de los años noventa. Tanto es así que incluso las empresas privadas han hecho su entrada en el negocio de la educación para sacar provecho. Los beneficios son tan elevados que muchas universidades controladas por el gobierno reclaman más independencia a la administración pública. En muchos países, entre los que encontramos la India, el gobierno controla el modelo de tasas, que suele fijar más altas para los estudiantes extranjeros, lo que genera una gran preocupación entre numerosos sectores. La consecuencia es que muchas universidades han creado itinerarios específicos para alumnos extranjeros y, para atraer este nuevo mercado, ofrecen cursos diseñados según los requisitos internacionales y recurren a las estrategias publicitarias más convincentes (Kaul, 2006).

Como el negocio de la educación genera beneficios, las instituciones educativas ahora intentan captar estudiantes, sobre todo estudiantes extranjeros, haciendo uso de un amplio abanico de estrategias de marketing. Muchas delegaciones de universidades e instituciones de educación superior han desembarcado en la India desde el Reino Unido, Estados Unidos, Australia, Canadá y la Unión Europea con la intención de buscar oportunidades para sellar colaboraciones e iniciativas conjuntas. Se trata de una tendencia preocupante, ya que ofrecen cursos en los que la única prioridad es producir graduados con las competencias que demanda el mercado. Estas competencias sirven a los graduados para obtener salarios más elevados en el mercado internacional, pero en cambio es un modelo poco sostenible para la comunidad local. Este tipo particular de “fuga de cerebros” se lleva los estudiantes más brillantes de los países del sur y hace imposible que los centros para el resto de alumnos del país puedan competir con las universidades del norte.

Durante los últimos dos años, ha habido una cierta sensación de urgencia para reformar la educación superior en la India. A raíz de la creciente comercialización del sector, hemos sido testigos de una mercantilización de los contenidos y de la pedagogía: los contenidos son cada vez más profesionales, pensados para alcanzar competencias específicas, mientras que la pedagogía es de corto vuelo y prioriza el aprendizaje memorístico, falto de perspectiva histórica y contexto (Tandon, 2008). La educación superior debe dejar de ser un bien privado para convertirse en un bien social público, para contribuir desde esta posición al desarrollo sostenible. Históricamente, la educación superior ha tenido como objetivo fomentar la investigación y la formación. La creación de conocimiento ha sido una de las principales funciones de estas instituciones. Ahora bien, la pedagogía ortodoxa debe dejar paso a pedagogías más estimulantes, que permitan a los estudiantes aprender a través de la implicación activa en sus comunidades, adquiriendo conocimientos con la práctica.

Las universidades actuales afrontan la obligación de crear ciudadanos responsables que hagan los pasos necesarios para construir una sociedad democrática y desarrollada. Los rápidos avances en ciencia y tecnología son una responsabilidad más que las universidades han de añadir a su lista de deberes: deben crear ciudadanos competentes desde un punto de vista técnico capaces de enfrentarse a la economía mundial y los cambios globales que nos reserve el futuro. Además, deben mantener el compromiso social de eliminar la desigualdad y las injusticias sociales. Esto implica que hay que enriquecer cualitativamente la educación universitaria, porque, si no lo hacemos, los estudiantes serán incapaces de asumir el reto de crear una sociedad libre y justa. Esta constatación reafirma la necesidad de establecer una alianza entre la universidad y la comunidad. En estos momentos, existen ya numerosas redes de este tipo y varias universidades participan en proyectos de investigación vinculados con la comunidad. Por ello, creemos que sería interesante analizar brevemente las grandes redes del sur que trabajan con el modelo de colaboración comunidad-universidad. Esta reflexión nos permitiría poner sobre la mesa dos aspectos importantes: por un lado, los obstáculos para llevar a cabo una negociación beneficiosa para ambas partes y, por otro, la mejor manera de estimular las energías creativas de todos los que trabajan con la comunidad o de los académicos que intentan crear políticas para el futuro.

La colaboración comunidad-universidad implica un proceso de intercambio de conocimientos entre dos partes. Está inseparablemente ligada a la reciprocidad en el aprendizaje, al compartir experiencias prácticas y al impulso conjunto del desarrollo social y humano. Esta colaboración es beneficiosa para ambas partes. En el caso de los académicos, les abre nuevas vías de investigación y les dota de buenos ejemplos, que pueden introducir en la docencia. En cuanto a los estudiantes, este aprendizaje es positivo porque les ayuda a asimilar mejor los conocimientos y a entender la importancia de la relación entre comunidad y universidad.

El papel de este tipo de alianzas es reducir las distancias entre los diferentes actores que participan en el proceso de desarrollo, con el objetivo de afrontar temas como la mejora de las condiciones de vida, el desarrollo sostenible y los derechos humanos los ciudadanos que viven al margen de la sociedad. Las personas desfavorecidas u oprimidas también pueden participar en el proceso de gobernanza o en la defensa de sus derechos como ciudadanos, pero esto sólo es posible si forman parte de una sociedad civil fuerte. Hay que crear un espacio para que voces divergentes puedan expresar su opinión sobre diferentes temas. La igualdad de oportunidades y la aplicación de los derechos humanos son garantías de una ciudadanía mejor. Por este motivo, los actores que participan en las iniciativas de desarrollo, como el gobierno, las universidades y las organizaciones de la sociedad civil, están cada vez más implicados en colaboraciones conjuntas, que permitan mejorar la calidad y garantizar el éxito de diferentes modelos de desarrollo.

La investigación multidisciplinaria o interdisciplinaria es un modelo emergente en las universidades y los institutos de educación superior, que aparece con el objetivo de desarrollar un sistema de investigación que beneficie a la población en general en lugar de los académicos. Así, es cada vez más habitual ver cómo los proyectos individuales dejan paso a iniciativas colaborativas. Desde el mundo académico se está trabajando con organizaciones de la sociedad civil para generar conocimiento que suscite cambios sociales, económicos y políticos en las comunidades. Esta nueva dinámica permite a las organizaciones de la sociedad civil articular su opinión e influir en las políticas dirigidas a mejorar las condiciones de las comunidades marginadas a través del mundo académico, una función que no podían ejercer antes, ya que no eran una fuente reconocida de conocimiento, un papel reservado exclusivamente a las instituciones educativas. Los académicos, por su parte, tienen acceso a conocimientos empíricos obtenidos sobre el terreno, unos conocimientos que ahora tienen más peso en la elaboración y aplicación de políticas´

La articulación y la creación de bases de conocimiento ha dado un gran salto adelante gracias a las colaboraciones impulsadas conjuntamente. El conocimiento ya no es sólo cosa del mundo académico. Dado que el conocimiento es la base para crear cambios sociales, todas las formas de conocimiento, también el conocimiento indígena, han encontrado un espacio propio en el campo del desarrollo. Toda esta información, que antes no estaba a nuestro alcance, ahora es valorada y cuidadosamente preservada. El conocimiento de la población indígena, también en el norte global, ha sido de gran ayuda para crear varias aproximaciones sostenibles al desarrollo.

El modelo colaborativo implica a miembros de la comunidad, organizaciones de la sociedad civil, al mundo académico e instituciones políticas. Todas las partes aportan sus conocimientos y comparten la responsabilidad de avanzar en la comprensión de un determinado fenómeno y de integrar los conocimientos en la acción para mejorar el bienestar de los miembros de la comunidad y fomentar el desarrollo sostenible. La posibilidad de contar con conocimientos de fuentes diversas para abordar problemas sociales complejos aumentará la confianza general y reducirá las distancias culturales entre los diferentes actores. Con el paso del tiempo, las aspiraciones y el compromiso de los ciudadanos han cambiado. La colaboración entre la comunidad y la universidad es una buena modalidad, que permite mejorar el mundo en que vivimos en consonancia con las aspiraciones de los ciudadanos (Pant, 2010).

Según el profesor Lean Heng Chan de la Universidad Sains Malaysia (Penang, Malasia), la educación superior puede tener y debe tener un papel capital en el proceso de formación de estudiantes comprometidos socialmente, tanto en el trabajo como en su vida personal. Hay que despertar en los estudiantes la preocupación por construir un presente y un futuro más humano y sostenible. A través de la docencia, los profesores pueden ayudarles a explorar su visión del mundo no sólo como un hecho objetivo incuestionable, sino como parte de su entorno, y trabajar para encontrar soluciones que garanticen alternativas constructivas.

Se multiplican las iniciativas de colaboración

Las instituciones de educación superior se abren al exterior y se hacen más porosas y receptivas a las diversas culturas de fuera de este mundo. Cada vez son más las personas que tienen acceso a la educación y que cursan estudios en la universidad y, por tanto, es imperativo que estas instituciones adopten una actitud socialmente responsable. En estos momentos, se dedican básicamente a la docencia y a la investigación y participan en algunos programas colaborativos de desarrollo. En el mundo globalizado en el que vivimos, desde estas instancias se ha hecho evidente la necesidad de tomar parte en proyectos de investigación compartidos con la comunidad y la sociedad civil para tener un papel realmente transformador. La diversidad de culturas, valores y religiones del mundo actual aumenta la complejidad y nos plantea numerosos retos. El hecho de tener que trabajar con esta diversidad a veces ralentiza todo el proceso de desarrollo, pero una vez se rompe la barrera el camino elegido se hace más transitable. La combinación de las ideas de los diferentes participantes ayuda a sacar adelante las iniciativas.

Las colaboraciones comunidad-universidad se han concretado en la práctica en varios modelos, como las actividades de extensión, el aprendizaje servicio, las becas sociales y la investigación basada en la comunidad en el sur global. Los ejemplos de colaboración participativa en el campo de la investigación que encontramos en el norte global, con un intercambio de conocimientos y recursos entre la comunidad y la universidad para diseñar programas de desarrollo, han puesto de manifiesto el éxito de esta nueva manera de trabajar. Iniciativas de esta región, como GACER (Global Alliance on Community Engaged Research), Living Knowledge Network, The Talloires Network y GUNI (Global Universities Network for Innovation), obtienen unos resultados fantásticos. Todas estas redes se esfuerzan por mejorar la colaboración entre comunidad y universidad a escala global. Además, refuerzan la organización base mediante un enriquecimiento de la base de conocimiento y una mejora de la capacidad para hacer frente a diversos problemas sociales, económicos y ecológicos de gran complejidad.

En el norte, hace muchos años que numerosas instituciones de educación superior y otros actores promueven activamente estas colaboraciones. En el sur, en cambio, este tipo de iniciativas proactivas se encuentran todavía en una fase muy embrionaria. Sin embargo, podemos afirmar que el sur recoge poco a poco et testigo del norte en este ámbito.

Estudio de un caso práctico de la India

La Society for Participatory Research in Asia (PRIA), un organización de la sociedad civil con sede en Nueva Delhi, ha colaborado con el Mountain Development Research Centre de la Universidad Hemwati Nandan Bahuguna Garhwal (HNBGU) de Srinagar (Uttarakhand).

La HNBGU tiene su sede en Srinagar, en el distrito Paura Garhwal del estado indio de Uttarakhand. Cuenta con dos campus, uno en Paruri otro en Tehri Garhwal. Es una institución de educación superior con más de 180 centros adscritos que tiene jurisdicción sobre más de siete distritos de la región. Está considerada una de las diez mejores universidades del país.

El programa de vínculos académicos del PRIA pretende implicar a las instituciones de educación superior en la investigación basada en la comunidad en aquellos ámbitos que permitan avanzar en la dirección de los objetivos de desarrollo y contribuir al bien común. Con esta meta, se propuso crear una plataforma conjunta con estas instituciones, para orientar las actividades de docencia e investigación hacia el servicio a la comunidad y crear un puente entre la comunidad y los responsables de diseñar las políticas del futuro.

El proceso para iniciar una colaboración con la HNBGU para fomentar las actividades de investigación basadas en la comunidad comenzó a principios del año 2004. En ese momento, el PRIA firmó un acuerdo de colaboración con el Departamento de Administración de Empresas de la HNBGU en relación con el desarrollo de Uttarakhand. En 2005 se creó un comité específico bajo los auspicios del vicerrector. El comité decidió crear un centro llamado Natural Harnessing Resource Centre (NHRC) para sacar adelante el proyecto. Más adelante cambiaría de nombre y pasaría a llamarse Mountain Development Research Centre (MDRC).

El MDRC nació con la voluntad de estimular la investigación basada en las necesidades (definidas a partir de la comunidad local) desde la universidad. El objetivo prioritario del centro era canalizar la investigación universitaria en los departamentos de desarrollo relevantes para aprovechar los resultados de la investigación de los estudiantes a la hora de diseñar políticas.

Con el tiempo se amplió el ámbito de actuación de la MDRC y se introdujeron nuevos métodos de trabajo para aumentar la efectividad de las actuaciones. Así, además de hacer llegar la investigación universitaria a los departamentos, el MDRC aborda ahora también directamente los problemas de la comunidad. Esta es la segunda fase del proyecto, que pretende empezar a trabajar entre la gente. El objetivo es intentar garantizar el cumplimiento de los derechos existentes. En la tercera fase, aún en estado embrionario, el MDRC intentará interceder con el gobierno para conseguir nuevos derechos, como, dar un porcentaje de los beneficios de la compañía a las personas afectadas por cualquier proyecto del campo de la energía hidráulica .

Aparte de los talleres de formación, el MDRC organiza encuentros entre las personas afectadas y el gobierno. Además, conmina a los departamentos gubernamentales a responder a las preguntas de la gente en múltiples sesiones.

La aproximación basada en las necesidades forma parte de los criterios utilizados para decidir los temas tratados en los programas de grado y postgrado mediante la implicación del MDRC. Los estudiantes de antropología y ciencias ambientales tienen contacto directo con los problemas reales en el marco de las asignaturas e interactúan con la comunidad. Esta parte de la asignatura se tiene en cuenta en la evaluación y, por tanto, los estudiantes se la toman muy en serio.

Hasta ahora, han recibido invitaciones para impartir clases en la universidad 10 miembros de la comunidad local, entre los que encontramos personas que viven en el bosque. En sus intervenciones han abordado temas como la silvicultura, la agricultura, las industrias, la biodiversidad o la vegetación, entre otros. Con esta colaboración, se ha dado un salto adelante muy importante para integrar los conocimientos tradicionales en la práctica docente habitual. En esta misma línea, la universidad ofreció una plaza de docente a Jag Mohan Junglee, la primera persona que planteó la idea del bosque mixto. Y Narayan Singh Negi, ecologista y activista social, recibió también la invitación de la universidad y recibió un homenaje por sus aportaciones y su servicio a la sociedad.

El PRIA aportó al proyecto su experiencia en la introducción del método de la investigación participativa en la universidad, un papel crucial, ya que esta fue la herramienta utilizada para implicar a la comunidad en la generación de conocimiento y sirvió para poner sobre la tabla muchos elementos de la sabiduría tradicional que hasta entonces no se tenían en cuenta. Además, este método también ha permitido descubrir personas que dominan o han desarrollado métodos tradicionales para preservar la naturaleza y la comunidad.

Una de las principales razones que explica el éxito del centro es el buen nombre que se ha ganado entre la ciudadanía gracias a sus esfuerzos constantes y sinceros en favor del desarrollo de la región y de la gente que vive en ella. La cultura de trabajo de los dos participantes y la perspectiva académica aplicadas han ayudado a difundir el tipo de trabajo que lleva a cabo el centro. Además, gracias al sello de la universidad, no ha sido difícil tener acceso a los representantes del gobierno.

UniversityExtension Network de las universidades de la Commonwealth, África

La ACU University Extension Network ofrece un foro para intercambiar buenas prácticas en el campo de las actividades de colaboración con la comunidad, ayuda a difundir conocimientos y estrategias para la gestión de proyectos entre los miembros de la ACU y hace circular noticias destacadas y oportunidades de colaboración. La red nació en abril de 2008 a instancias de la Universidad de Ghana y cuenta con 500 miembros individuales. Mientras que muchas instituciones definen estas actividades como compromiso con la comunidad, otros hablan de contacto con la comunidad; hay otros que se centran en la movilización de conocimiento o la difusión de la investigación. La ACU Extension Network da cobertura a un amplio abanico de actividades dentro de este gran espectro. La red cuenta con el apoyo del programa Development Partnerships in Higher Education (DelPHE), impulsado por el British Council, con el apoyo de la ACU y la financiación del Departamento de Desarrollo Internacional del Reino Unido.

Las redes de extensión incluyen personas y organizaciones que normalmente trabajan fuera del sector de la educación superior. Entre estos grupos podemos encontrar organizaciones de la sociedad civil y ONG, administraciones locales, industrias, pequeñas y medianas empresas, agencias de desarrollo y fundaciones benéficas u otras organizaciones internacionales o nacionales. La interacción sostenida, formalizada y productiva con otros sectores de la sociedad es uno de los objetivos principales del programa de extensión universitaria.

Los conocimientos difundidos son útiles para muchas comunidades. Se abordan temas y disciplinas que tienen un gran impacto en el desarrollo de las comunidades. Así, por ejemplo, buena parte de las actividades de extensión están pensadas para mejorar las herramientas a disposición de los ciudadanos en regiones rurales y en la actividad agrícola. En estos casos, las universidades trabajan con las comunidades rurales y difunden conocimientos sobre sostenibilidad medioambiental, técnicas agrícolas, principios de emprendimiento, marketing y distribución, ingeniería hidráulica y saneamiento, entre otros temas relevantes para estos colectivos. Para ello, pueden recurrir a diferentes métodos: programas de formación, seminarios, proyectos cooperativos o difusión de materiales de aprendizaje.

Muchos expertos en materia de extensión afirman que este proceso debe ser bidireccional. Los actores de las comunidades rurales también pueden proporcionar información de gran interés en las instituciones de educación superior en relación con los problemas que deben afrontar los agricultores y las comunidades, lo que puede servir a su vez para modelar las prioridades universitarias. Este diálogo puede ayudar a las universidades a entender mejor las necesidades de desarrollo de su región y adoptar un papel más activo para dar una respuesta.

Sudáfrica

El profesor Frederick Fourie (rector y vicepresidente, Universidad de Free State, Bloemfontein, Sudáfrica) habló del concepto de compromiso en una conferencia titulada “Hacia una práctica académica comprometida en Sudáfrica: deberes principales y secundarios de la universidad”. La universidad comprometida puede ser una manera constructiva de contextualizar las universidades sudafricanas. Una universidad sólo puede cumplir sus principales obligaciones porque cuenta con una base de académicos, un grupo de intelectuales independientes que se formula preguntas difíciles para avanzar en el conocimiento, pero necesitamos que la universidad esté también comprometida, que utilice sus capacidades y funciones académicas para mejorar las condiciones de su región, país y continente, ayudando, en este caso particular, a erradicar la huella del subdesarrollo, la pobreza, el colonialismo y el apartheid. Hay que tener claro que el compromiso con la comunidad es una parte importante de la transformación de la sociedad y de la auténtica transformación de la universidad. Podemos hablar así de “compromiso transformador”.

Una de las estrategias adoptadas por la Universidad de Free State (UFS) a destacar es la creación de marcos clave para el compromiso comunitario. El objetivo principal de estos marcos es crear “espacios” colaborativos capacitadores en que docentes, estudiantes y participantes externos puedan encontrarse para hacer posible una interacción productiva, multidisciplinaria y multisectorial. Uno de estos marcos clave es el Mangaung University of the Free State Partnership Programme (MUCPP), un programa que la universidad puso en marcha el año 1991.

Malasia, Universidad Sains Malaysia (Penang)

La Universidad Sains Malaysia (USM) mantiene un firme compromiso con la construcción de una sociedad caracterizada por un liderazgo dinámico y cívico como parte de su responsabilidad cívica y social. La institución destina cada vez más recursos e instalaciones de investigación para contribuir a impulsar cambios en la comunidad de una manera relativamente rápida y con estrategias que garanticen un compromiso profundo y de largo recorrido en la educación superior. La universidad trabaja con dos grandes tipos de proyectos. Por un lado, encontramos iniciativas impulsadas a través de asociaciones de estudiantes y actividades no curriculares. Las actividades organizadas conjuntamente con el sindicato de estudiantes de la USM normalmente son iniciativas más amplias y multidisciplinares en cuanto a la participación de profesores y estudiantes. Por otro lado, hay un segundo grupo de iniciativas promovidas por académicos. Normalmente están relacionadas con la materia de las disciplinas y pueden contar con la implicación de los estudiantes o no. En el caso de las iniciativas en las que participan estudiantes de grado, se hace un esfuerzo consciente para convertir la comunidad en una clase, para aprender lecciones de la vida. Además, como los programas incorporan componentes de investigación, pedagogía o actividades extracurriculares, a veces requieren la intervención de diferentes estamentos de la organización de la universidad. En cuanto a la estructura, la USM, consciente de las posibles carencias en los apartados de documentación o seguimiento del impacto y la efectividad de las iniciativas, ha decidido crear una oficina específica para la colaboración entre universidad y comunidad, bajo el control del vicerrector adjunto, responsable de la colaboración entre industria y comunidad. La oficina tiene la responsabilidad de planificar y aplicar iniciativas comunitarias multidisciplinarias impulsadas desde la universidad y es el punto de referencia de todas las actividades de este tipo. Además, la oficina actúa como centro de coordinación y documentación de todas las iniciativas relacionadas con la comunidad realizadas por facultades e institutos de investigación. La USM organizó la primera conferencia sobre la colaboración universidad-comunidad del continente asiático, que se celebró el mes de noviembre de 2009.

Venezuela, Universidad Metropolitana

La Universidad Metropolitana de Caracas entiende el compromiso cívico como un proceso de aprendizaje mutuo. Por ello, trabaja con el objetivo de construir proyectos conjuntos y promover la participación popular a la hora de afrontar los problemas que afectan a la comunidad de la que forma parte la institución. La universidad ha sellado su compromiso cívico como parte de su política estratégica mediante la creación de una política de amplio alcance llamada Iniciativa de Capital Social. El objetivo último de este proyecto es impulsar el desarrollo de la comunidad mediante la adopción de un modelo educativo que fomente la reciprocidad en la manera como las universidades interactúan con las comunidades. En estos momentos, el compromiso cívico no cuenta con un apoyo explícito a la política estatal en materia de educación superior.

Los grandes retos

Varios estudios han documentado la necesidad de la investigación colaborativa, hecha por y para la gente, con el apoyo y la colaboración de “expertos”. Han puesto ampliamente de manifiesto que el conocimiento en acción y el conocimiento para la acción han sido importantes para encontrar soluciones a los problemas de las sociedades y las comunidades (Tandon, 2002). Las instituciones de educación superior deben alejarse de la docencia ortodoxa: tanto profesores como estudiantes deben empezar a trabajar con el aprendizaje empírico a partir de las situaciones reales. Esta evolución es ya una realidad. Así, vemos que algunos métodos de aprendizaje que hasta hace poco estaban fuera de las prioridades académicas consiguen hacerse un lugar en los programas de estudios de las instituciones de educación superior. Estas instituciones son cada vez más conscientes de su responsabilidad hacia la sociedad. Poco a poco las colaboraciones comunidad-universidad han abierto hueco en las universidades del norte global y ahora las universidades del sur global siguen el mismo camino. El proceso de creación de redes no se detiene.

Actualmente, el tema que más debate genera es definir las estrategias para construir colaboraciones productivas entre comunidad y universidad. Los ejemplos presentados en los apartados anteriores han tenido que superar numerosos retos antes no han podido llegar a configurar un proyecto beneficioso para ambas partes. A continuación, hemos recogido algunos de estos retos para que sirvan de lección para seguir avanzando.

El sur global tiene que hacer frente a numerosos retos para conseguir avanzar en la implantación de colaboraciones universidad-comunidad.

  1. Muchas universidades del sur global aún mantienen una aproximación tradicional al conocimiento: el conocimiento es un terreno reservado a los académicos y el conocimiento de la comunidad no recibe ningún tipo de reconocimiento. Con este planteamiento, las colaboraciones con la comunidad son unidireccionales, ya que sólo la universidad produce un conocimiento, que entonces transfiere. No se fomenta la producción conjunta de conocimiento con la comunidad. En este caso, nos encontramos ante una limitación epistemológica, en la que se deslegitima el conocimiento indígena y el conocimiento generado a través de acciones comunitarias. Este es el principal reto que hay que superar en el sur global.
  2. El segundo gran reto se desprende del primero. La universidad no asume su responsabilidad hacia la sociedad en general por las funciones educativas y de creación de conocimiento que tiene encomendadas. La elección de los temas de investigación y las asignaturas que se imparten no se basa en las necesidades de la comunidad. Así, mientras que sí se tienen en cuenta las necesidades de las empresas no ocurre lo mismo con las de la comunidad. En definitiva, la universidad no asume su responsabilidad social en materia de investigación y docencia, y las decisiones de este ámbito se rigen por las fuerzas del mercado.
  3. Las comunidades del sur global y la sociedad civil no valoran las colaboraciones con el mundo académico. Hay una larga historia de desconfianza entre ambas partes que aún no se ha abordado. Hay que concienciar a la sociedad civil y a los líderes de las comunidades sobre las aportaciones que pueden hacer las universidades para ayudarles a alcanzar sus demandas.
  4. Las instituciones académicas y las universidades del sur global están sometidas a una presión cada vez mayor para adaptarse a los sistemas de clasificación mundiales. Estos sistemas que no tienen en cuenta las colaboraciones con las comunidades y valoran básicamente las contribuciones a la investigación teórica, según la opinión de otros especialistas del mismo ámbito. La evaluación a cargo de la comunidad no tiene cabida en esta clasificación. Hay que diseñar nuevos sistemas de clasificación de las universidades que tengan en cuenta la colaboración con las comunidades.
  5. Las agencias de financiación de la investigación en ciencias sociales tienen una carencia endémica de fondo, y los pocos recursos que reciben suelen destinarse a proyectos de investigación que alejan a las universidades y a los investigadores de las comunidades. Mientras que las empresas tienen los recursos necesarios para llevar a cabo la investigación que les interesa, los fondos para la investigación basada en la comunidad son muy escasos en el sur global.
  6. Los sistemas de promoción dentro de las universidades no tienen en cuenta el factor de la implicación con la comunidad. Así, aunque los estudiantes y los profesores de una universidad o departamento quieran trabajar en colaboraciones de este tipo, sus esfuerzos no se ven recompensados con ascensos o reconocimientos. Hay que reformar los sistemas de promoción y reconocimiento de las universidades del sur global para incluir criterios que faciliten la implicación de los académicos y de los estudiantes en este tipo de proyectos.
  7. Las políticas impulsadas por los ministerios de educación superior del sur global no incluyen marcos que fomenten la colaboración entre universidad y comunidad. Así, no es fácil incorporar académicos de las comunidades como profesores invitados. Aunque quieran impulsar la implicación con la comunidad, los rectores de las universidades se encuentran sin el apoyo de los responsables políticos de sus regiones o países para poner en marcha estas iniciativas.

Después de haber analizado los retos, se hace evidente la necesidad de trabajar conjuntamente entre el sur y el norte para fomentar las colaboraciones entre universidad y comunidad. La creación de nuevas alianzas como GACER (Global Alliance for Community-Engaged Research) puede ser clave para sensibilizar a las universidades y a la sociedad civil del sur global. Asimismo, otro de los objetivos prioritarios de alianzas como GACER durante los próximos años debe ser influir en los órganos de investigación y en los responsables de las políticas educativas. En este sentido, puede ser muy útil contar con el apoyo de la UNESCO u otros organismos similares.

Aunque los retos pueden parecer titánicos, los ejemplos de colaboraciones innovadoras esbozados en este artículo ponen de manifiesto que las grandes ventajas sociales fruto de estas empresas conjuntas son factibles, además de deseables.


Bibliografía

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Gill, Saran Kaur. 2009. Academia, Industry and Community Collaboration in Malaysia: Strategies and Opportunities for the Future.

http://unesdoc.unesco.org/images/0018/001821/182187e.pdfaccessed on 10th August 2010.

Gourley, B.M. 2009. “Higher Education as a Force for Societal Change in the 21st Century”. Paper presented at The Campus Engage International Conference “Higher education and civic engagement partnerships: create, challenge, change” Dublin 4 – 5 June 2009.

Kaul, Sanat. 2006. Higher Education in India: Seizing the Opportunity. ICRIER Working Paper No 179. Website: http://www.icrier.org/

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Sharifah Hapsah, 2007. Community Service Programmes in Universiti Kebangsaan Malaysia. Presented at 11th. UNESCO-APEID Conference, “Reinventing Higher Education: Toward Participatory and Sustainable Development” from 12-14 December 2007, Bangkok, Tailàndia.

Tandon, R. (ed.). 2002.Participatory Research: Revisiting the Roots. Nova Delhi: PRIA.

Tandon, 2008. “In Search of Relevance: Higher Education for Participatory Research and Sustainable Development”. In Reinventing Higher Education: Towards Participatory and Sustainable Development. UNESCO Bangkok.


Nota

El material de las diferentes redes y alianzas se ha extraído de sus sitios web originales.

Associations of African Universities

http://www.aau.org

Associations of Commonweslth Universities

http://www.acu.ac.uk/member_services/professional_networks/extension/Extension

Innovations in Civic Participation.

http://www.icicp.org

The Talloires Declaration: On the Civic Roles and Social Responsibilities of Higher Education.

http://www.tufts.edu/talloiresnetwork/downloads/TalloiresDeclaration2005.pdf


[1] Los autores trabajan en la PRIA (Society for Participatory Research in Asia), www.pria.org


Traducció: Joaquin Martínez Ortiz


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