Saberes anarquistas. Elementos de creación de una economía diversa en Cerdeña
Lucia Bertell y Cristina Cometti
El fuego central no está empalado en el nombre. Exubera de la distancia con el muerto, se apoya al comienzo de la simiente y allí queda en cáliz en la dirección del viento.
Mariangela Gualtieri
Fuoco centrale e altre poesie per il teatro, Einaudi, Torino 2003
1. Porqué Cerdeña
“Rebeldes a la fuerza” es el título que apareció en la primera página del periódico Sardegna24 el siete de julio de 2011 y que todavía está colgada en uno de nuestros registros, para recordar uno de los momentos de fermento que involucraron el territorio sardo[1] a lo largo de los últimos años. Sin embargo, también para resaltar uno de los aspectos que más nos ha interesado: la distancia tomada respecto a la institución estatal y a las usuales formas organizativas de protesta, de producción, se subsistencia.
Cristina, que escribe conmigo, desde más de diez años vive en Cerdeña. Desde 2001 hemos intentado comprender cuál fue el hechizo que provocó el cruce del charquito: ¿una tierra encantadora?, ¿cielos y mares incomparables?, ¿circunstancias más favorables para la vida del hijo Jacopo?
Todo esto y, ciertamente, no sólo esto. Llevamos años que, en nuestras reflexiones políticas, nos preguntamos que más ha determinado este cruce, que es lo que ha empujado mi interés hacia las formas sociales y económicas que, aunque en las sombras, se realizan en Cerdeña. Desde posiciones distintas – Cristina viviendo y, sin embargo, con una fuerte relación de nacimiento y raíces con el Noreste de Italia, yo viviendo ‘en el continente’ y, sin embargo, con un fuerte vínculo relacional y un interés político por lo que acontece en la isla – hemos encontrado desde el principio indicadores de una relación entre lo humano y el contexto (el ambiente) con cierta autonomía respecto a los modelos económicos dominantes, así como una diversa organización social. Ambas veníamos de un recorrido feminista ambientalista, él de Cristina vinculado a la práctica médica, él mío en las así llamadas economías diversas; ambas hemos ‘olido’ pronto un aire que tenía que ver con nuestra búsqueda de justicia social y ambiental, un contexto caracterizado por una “acogida arquetípica” más que una “modernidad acogedora”. Un mundo que ha conservado mucho más que simples huellas de un sistema esencial, encontrando muchas formas de resistencia a la complejidad, definiéndose a través de menores mediaciones y superestructuras y, al mismo tiempo, siendo sumergido en gran parte, de forma contradictoria, en la actualidad consumista y en la dependencia del asistencialismo. Sin embargo, el husmear no nos hizo reconocer y nombrar de inmediato lo que entreveíamos; para comprender ha sido necesario poner los cuerpos a trabajar en la cotidianidad y en las dificultades incomprensibles, por ejemplo, en las relaciones con las oficinas públicas. ¿Por qué quedarse? Para contestar a esta pregunta, para ayudar a Cristina a comprender su ser y quedarse allí (a pesar de la atávica hostilidad sarda hacia los inmigrantes continentales), nos hemos encontradas enfrentándonos, a menudo, alrededor de lo que, a su vez, había actuado, seguía y sigue actuando como elemento seductor. ¿Qué es lo que la mantiene allí (la madre y la socia Fiore)? ¿Qué es lo que me ha empujado a crear puentes entre Verona y la Isla, también trasladando allá mi comunidad de investigación? Nos hemos concentradas más en los aspectos de atracción, un poco para protegernos del exceso de complejidad y criticidad, sin embargo, sobre todo para individuar la fuente de la resistencia y aprender lo que el contexto esconde.
Los signos rastreados nos han llevado así a reconocer una realidad bidimensional llevada a los extremos: acogida y rechazo, estatismo e independentismo, naturaleza salvaje y urbanismo horripilante, formalidad e informalidad, simplicidad y complejidad, asistencialismo y autogestión, legalidad e ilegalidad y mucho más.
2. ¿Saberes anarquistas?
(…). No es una cuestión de prisa. Ni vosotros ni yo sufrimos de la moderna enfermedad de la velocidad. Desconozco quien ha hecho creer que los milagros exploten como relámpagos. Es por esto que no los vemos nunca. Pero cuando se sabe que los milagros acontecen bajo nuestras miradas, con extrema lentitud, los vemos a cada paso. Nos es a vosotros que hay que enseñarlo, que sembráis el trigo y le dejáis el tiempo que necesita, y éste germina, y se espesa como oro en la tierra. (…)
Jean Giono
Lettera ai contadini sulla povertà e la pace, 1938
En la búsqueda de lo que más nos interesaba, raspando la apariencia, demorando en las zonas de sombras e intentando, también con grandes dificultades, nombrar la experiencia cotidiana del vivir la Isla, en un camino empinado se han vuelto visibles pequeñas y felices sorpresas.
Hemos encontrado en esta realidad bidimensional aquello que Ivan Illich llamaría experiencias de “desintermediación”, o sea, prácticas de mayor informalidad y de menor relación con las instituciones. El término “desintermediación” ha sido utilizado en un principio para describir la transferencia de capitales desde bancos y cajas de ahorro por grupos de depositantes que decidían buscar mayores ganancias gestionando por ellos mismos las inversiones, sobrepasando cada vez más las instituciones para obtener con su propio dinero lo que deseaban. Illich retoma el término para hablar de los que “desintermedian”, o sea, que sobrepasan, sortean, evitan los especialistas, los sindicatos, los recaudadores de impuestos, en general, los que representan el gobierno o el gobierno mismo. Este término, y sus diversas declinaciones, se adaptan a mucho de lo que hemos encontrado en la Isla: historias de “acabadoras”, mujeres a las que se reconocía, hasta un pasado reciente, la autoridad de conceder la eutanasia; los pastores sardos y su cultura independentista; las muchas actividades económicas informales – o mejor, como diría Illich, no documentadas – desde la pequeña producción de queso a la subsistencia permacultural; desde la habitación en alquiler a los trabajos de construcción; desde la cosecha de hierbas silvestres al encaje de la ropa para las fiestas; desde la producción familiar de miel a la preparación de dulces y licores…
De hecho, lo que seduce y retiene los continentales en la Isla son las zonas de sombra, aquellas presencias sociales desintermediadas. Cuando “quien llega de afuera”, y apuesta por el un cambio de vida transfiriéndose en Cerdeña, entra en relación con el incrusto de la complejidad, de la institucionalización, de la formalidad, de la burocracia, de la imagen, de la identidad, del patriarcado, del poder, reacciona como él que es traicionado por un amigo querido: desorientación, incredulidad, rabia, rencor son los sentimientos vividos y contados.
Hay en la Isla una amplia presencia de continentales, éstos eligen en particular las zonas del interior caracterizadas por una naturaleza salvaje, y cuando se les pregunta por qué han dejado el Continente, el trabajo, las relaciones para empezar una nueva vida en Cerdeña, la mayoría responde “porqué aquí la vida es más simple”, aunque después empiecen la secuela rencorosa de los aspectos negativos, aspectos que, de todos modos, inducen a pocos a emprender el camino de vuelta.
Pero ¿Cuáles son las experiencias desintermediadas y en cual contexto político-cultural las encontramos? Por ahora querríamos llegar a decir que son experiencias de todo el sistema viviente: no existen solo hombres y mujeres que escapan de las superestructuras profesionales y organizativas, existe también una naturaleza que todavía, en parte, resiste a la colonización antropocéntrica manteniendo una posición de autoridad en la vida de muchas mujeres y hombres.
Las pequeñas huellas, la demora en las zonas de sombra – o, para utilizar una expresión poética que nos gusta más, el fuego central que está en la dirección del viento – nos han llevado a entrever elementos de un saber anarquista antiguo. De hecho, aunque sean explicitadas mayormente posiciones independentistas, lo que ha aparecido ha sido el alma anárquico-comunitaria que, al interior de los movimientos independentistas, mantiene una fuerte, aunque escondida, presencia.
La idea que queremos compartir es que aquí el vínculo entre humanos y naturaleza ha resistido a través de una relación concreta y directa (también gracias al aislamiento) y también espiritual, creando contextos sociales que han mantenido alguna particular distancia de la economía y de la política vigente; distancia que ahora conflige y compite con las formas culturales globalizadas que, en un tiempo demasiado rápido para una correcta interacción cultural y social, han “colonizado” las formas organizativas (in primis institucionales) de la isla. En Cerdeña polis es un concepto de adquisición reciente porqué la Isla no ha conocido la cultura de las ciudades ni su predominio sobre el campo y, como dicen los autores del libro Manifiesto de las comunidades en Cerdeña, el saber que ha derivado de esta situación se ha caracterizado por una relación directa con la naturaleza y por unas formas de vida y de aprendizaje relacionadas con un “saber hacer” conectados a las necesidades fundamentales de la vida, en forma diversa respecto a las sociedades que se han desarrollado a través del crecimiento de la producción de productos.
Lo que hemos podido observar – en la experiencia del vivir cotidiano de Cristina, pero también en la entrevistas de las investigaciones llevadas a cabo entre el Veneto y Cerdeña, de las que hablaremos un poco después – es que esta resistencia es interior y radicada pero para nada consciente en la mayoría, se puede formular la hipótesis de que sea el contraste entre el ser antiguo y las nuevas formas de reconocimiento social lo que produce la desorientación. Una especie de esquizofrenia que impide un real reconocimiento de identidad y social y causa el conflicto entre dos mundos. Hay un aprendizaje arcaico, relacionado con el ser, transmitido por la cultura, por la lengua, por las tradiciones, por la historia, que se ha enfrentado – en particular en los últimos decenios – con la prepotencia de la Pedagogía del capital. La era del capitalismo globalizado ha cambiado las referencias en la transmisión de valores, de las prioridades, de las formas organizativas de la comunidad, de las modalidades de relación, asumiendo el lugar de consolidadas prácticas de autonomía, comunitario y mutuo apoyo. De hecho, Spiga, Masala y Cherchi afirman como “así se ha realizado lo inevitable: persiguiendo y copiando usos y costumbres de otros hemos perdido los nuestros y no hemos alcanzado el así llamado bienestar de los otros. Y también el autonomismo, quedado huérfano de razones, solo ha podido extinguirse”.
Nuestras miradas y la experiencia de “extranjeras” han recogido lo que antropólogos que estudian Cerdeña han contado como un “recorrido comunitario larguísimo, áspero y ocultado, que condice hasta los problemas de hoy”. Los sardos hablan de cultura nuragica [2] y agro-pastoral para indicar un proceso histórico que mantiene como elementos característicos una fuerte dimensión comunitaria, mutualista, eco-sistémica, paritaria y horizontal: todas características propias de la experiencia anarquista.
Sin embargo, no se habla a gusto de anarquismo. Utilizado en sentido negativo hacia 1840 por su significado etimológico, “en contra de la autoridad”, ha sido rescatado por Pierre-Joseph Proudhon “para describir la propia ideología política y social, con la cual sostenía que una organización sin gobierno no solo era posible sino también deseable”. Desde entonces hasta la actualidad el anarquismo no se ha desmarcado de la caricatura negativa construida en el pasado y, al mismo tiempo, sus ideas y prácticas han encontrado tierras fértiles en corrientes explicitas del movimiento anarquista (anarco-comunismo, anarco-sindicalismo, individualismo anarquista, pacifismo anárquico, eco-anarquismo, anarco-feminismo y etc.), pero también en formas “en la dirección del viento” de movimientos y grupos de prácticas que en los últimos siglos crearon contextos, espacios, comunidades que se han diferenciado (de forma conflictual) con el sistema capitalista dominante.
Es aquí donde encontramos un fuerte punto de contacto entre algunos saberes rastreados en la Isla y los saberes anarquistas, sin embargo, hemos querido permanecer conscientemente discretas en el título del artículo, hablando de “saberes anarquistas” en lugar de una clara ideología o movimiento. Como si las conocidas formas de saber anarquista hubiesen encontrado y vuelto a nombrar formas ya existentes que, por tradición e historia, llevaban nombres distintos. Como si desde “extranjeras”, portadoras de otro idioma, nos hubiésemos entendidas con algunas y algunos de los huéspedes a través de la experiencia. Como si lo que nos atrajo de la Isla tuviese que ver con estos saberes, con estas coordenadas sociales, mientras lo que nos ha aturdido, desorientadas ha sido el producto del mundo globalizado “declinado” en la sociedad sarda en un tiempo demasiado rápido.
Hasta en los textos que reconstruyen las formas sociales y organizativas sardas, se encuentra esta dicotomía; por un lado, libros que exprimen el fruto de la idea capitalista, empapados de conceptos relacionados con el crecimiento económico, con el mercado global, con el desarrollo infinito; por el otro, libros de la cultura de origen que afirman la autonomía de la Isla, el hacer para vivir, la autarquía, la resiliencia, la comunidad, la importancia de la tierra y de sus frutos. Por un lado, una bibliografía mainstream en la perspectiva “científica” occidental, por el otro, textos de resistencia, de antropología, de auto-representaciones endógenas. Ha sido así que, como a menudo ha sucedido en la experiencia de ONGs con proyectos en países latinoamericanos, incluso con buenas intenciones, se crean inducciones culturales o desconocimientos culturales.
Es así como, bajo nuestras miradas de observadoras interesadas, estas dos almas de Cerdeña, aquella sombreada y en la dirección del viento y aquella ostentada y modernizada, empezaron hablando con más claridad, moviéndose desde una idea simple (o simplista), que había orientado nuestras expectativas, hacia una mirada orientada a la complejidad. Acogidas por los saberes a los que logramos nombrar y por mujeres y hombres con las que pudimos hablar en una lengua común, el estar a gusto nos ha donado las razones para quedarnos. El difícil acceso a contextos desorientadores, hechos de acogida y de repulsión, de originalidad y de ajenidad, de verdad y de artificio, dio espacio a la consciencia de estar entrando en contexto desorientados hechos por mujeres y hombres radicados en la tradición y, sin embargo, vestidos de modernización e incapaces de un verdadero bilingüismo.
3. Paradigma de la modernización y paradigma de la tradición
A lo largo de los siglos Cerdeña ha sido tierra de conquista (fenicios, romanos, pisanos, españoles, piamonteses, algunos dirían italianos y también estadunidenses, por las numerosas bases militares presentes en la Isla) y los sardos, a menudo, han aguantado las invasiones retirándose al interior. La cuestión de la autonomía sarda tiene una historia más reciente respecto a las invasiones históricas y Gianfranco Contu y Francesco Casula afirman como es a través de la unificación de Italia que la “cuestión sarda” sale “de lo impreciso, para adquirir una imagen más concreta. Los primeros gobiernos italianos direccionaron sus dardos en contra del último de los institutos comunitarios que había sobrevivido a las leyes piamontesas dictadas en la primera mitad del siglo: aquello de los ‘bienes ademprios’ (que consistían en el derecho de las poblaciones al uso gratuito de la recogida de la leña, del agua y de las bellotas en los cotos públicos)”.
Muchos políticos, entre 1869 y 1896, se dedicaron a las instancias sardas, Mazzini [3] incluido, pero sin resultado y el desagrado de las poblaciones rurales fue tal que desembocó en verdaderos disturbios, culminados en las agitaciones de “su connotu”. En contra de la nueva ley del estado, considerada inicua, muchos protestaron pero la cuestión sarda entrará en el siglo XX todavía sin resolución.
También Benedetto Meloni, sociólogo y estudioso de la Cerdeña, desde su observatorio nos habla de otro desgarro cultural, o sea de la imposición cultural institucional que explicaría por qué un autonomismo tan radicado haya tenido efervescencias mayores en tiempos recientes. Desde finales de los años ‘50 se impone como dominante a nivel intelectual el paradigma de la modernización, enfocado prevalentemente en la contraposición, de matriz funcionalista, entre tradición y modernidad. El tipo ideal de modernización es aquello relacionado con la urbanización, la industrialización y la innovación tecnológica “a través un proceso de individualización, que requiere el distanciamiento de la tradición y le perdida de importancia de las funciones locales como etapa necesaria en el camino hacia el logro de una sociedad moderna occidental. Las pertenencias locales son expurgadas porqué consideradas negativas: la familia, la comunidad local aparecen caracterizadas exclusivamente por un particularismo y, como tales, están matizadas como obstáculos a sortear para que no se retrase el proceso histórico desarrollo”. En esos años, Gobierno y Caja del Mezzogiorno [4] invierten en el Proyecto Pilota Cerdeña de la OECE (Organización Europea para la Cooperación Económica) con la intención de desarrollar económicamente la Isla según el modelo dominante, aunque con la ambición de comenzar desde abajo y desde lo existente, capacitando las comunidades locales. Sin embargo, como sabemos, urbanización e industrialización non han encontrado en Cerdeña el mismo terreno fértil que en otros lugares y muchos investigadores hablaron de “efectos distorsionantes” sobre la sociedad local causados por este plan de renacimiento de la Cerdeña, observando que “la (no demostrada) incapacidad del sistema local para generar crecimiento, riqueza y hasta desarrollo, se volvió en el alibi que la clase dirigente utilizó para entrelazar relaciones verdaderamente peligrosas con potentes lobbies interesadas al desarrollo químico italiano”. Como sugiere, ni siquiera veladamente, Francesco Pigliaru, es de esta forma que la gran industria, con la complicidad de las instituciones, desembarcó en la Isla y miles de trabajadores fueron reclutados por un trabajo asalariado. Se invirtieron, además, fuertes recursos públicos en el Proyecto Pilota, proyecto que debía desarrollarse en unos diez años y que, sin embargo, Gobierno y Caja del Mezzogiorno cerraron después de cuatro años, cuando el comienzo del proyecto en las comunidades locales recién había empezado. De esta forma el Proyecto Pilota, nacido con el objetivo de alentar la creación de empresas locales fieles a la tradición sarda, se volvió el caballo de Troya por el asentamiento de colosos industriales, en prevalencia del sector químico, completamente extraños al contexto humano y ambiental.
La historia de los proyectos de desarrollo para Cerdeña ha seguido hasta la actualidad (por la UE muchas zonas de Cerdeña siguen como objetivo-1), demasiado a menudo generando el fracaso de la “integración económica” de Cerdeña en la cultura económica dominante. Utilizando una imagen querida a la investigadora estadunidense Seyla Benhabib, podemos decir también que lo que nos desorienta es una especie de “multiculturalismo mosaico” donde culturas tan diversas chirrían y no encuentran un textura armónica.
4. Sabiduría anarquista: confirmaciones desde una investigación sobre Economías diversas
Pueda que sea un atrevimiento hablar de saber anarquista, pero nos parece poder comprender de esta forma lo que en la cultura sarda se define como saber tradicional. Anarquía, para nosotras que escribimos, no es una teoría codificada sino algo sensible y cotidiano, que reside en la práctica y en el deseo de muchos y se vuelve pensamiento común; por otra parte, anarquía es una palabra que recoge prácticas humanas antiguas como el mundo.
Desde una investigación reciente, desarrollada por investigadoras e investigadores del grupo interuniversitario TiLT (Territorios en Libre Transición) entre territorios de Verona, Parma, Iglesias y Nuoro han emergido diferencias sensibles entre los saberes que circulan en las dos provincias consideradas en Cerdeña (Iglesias y Nuoro) y aquellos de las dos provincias del Norte de Italia. Remetimos al texto citado en la referencia [cual?] para la comparación entre los territorios y nos concentramos aquí en los datos de Cerdeña que reconfortan la hipótesis sobre los saberes anarquistas presentes en la Isla, saberes que otorgan continuidad, a través de prácticas innovadas y contextualizadas en la actualidad, a la antigua sabiduría y a la tradición; tradición en el sentido más alto del término, no nos referimos seguramente a la tradición folclórica vendida por los operadores turísticos. Estas son prácticas que han dado inicio a formas de economía colectiva gracias a un largo proceso cultural y social, cuyos protagonistas se están también confrontando con movimientos de propósitos análogos ubicados en el Continente.
Es como si, como diría Antonia De Vita, se hubiese dado un proceso de creación social, un proceso hecho de tiempos humanos y de relaciones (en este caso Banhabib habla de “comunidades conversacionales”) que, partiendo desde las condiciones presentes, el contexto, los factores humanos, las relaciones, los valores irrenunciables, ha puesto en marcha algo nuevo que mantiene una fuerte relación con el pasado y al mismo tiempo se sitúa, aunque con dificultades, en el presente.
Lo que aflora son prácticas sociales que han sido llamadas Economías diversas para indicar un horizonte de valores diferentes a aquello expresado por la Pedagogía del capital. De hecho, siempre De Vita habla de Pedagogía de la creación social para nombrar empresas colectivas portadoras de saberes anarquistas (como nosotras los entendemos): Umberto produce pan ecológico y estimula los jóvenes de su territorio para que cultiven el antiguo trigo Cappelli; Tobia produce alcachofas ecológicas y abastece algunos Grupos de consumidores solidarios en el Norte de Italia; las mujeres de Domus Amigas alojan en sus casas haciendo desarrollo local y salvaguardando el territorio; las mujeres de Aghe natura e cultura – Cristina es una de ellas – ofrecen hospitalidad en el campo, derribando barreras arquitectónicas y culturales; Marisa está orgullosa de haber transformado la empresa paterna en una de las primeras empresas ecológicas de Cerdeña; Maurizio, maestro, dedica un gran cuidado a la red Biosardinia; Alessandro, permacultor, como buen educador, sabe que transitar por la experiencia es la primera etapa para transmitir los saberes de la conexión con la tierra.
En todas estas experiencias, recogidas por la investigación, el aspecto social es fuerte, se da un intercambio de saberes muy conectado con el hacer juntos. El hacer juntos se transforma en “una obra” individual reconocida pero también compartida y es este particular saber y saber hacer lo que devuelve la identidad robada por el sistema capitalista.
Son grupos que se auto sostienen gracias a relaciones consolidadas y basadas en la confianza. Aquí la justicia social se interpreta como la mejor opción para el ambiente que es parte integrante de cada existencia; aquí, en el campo, hay una relación física directa con la belleza y la dureza de la tierra. El comienzo de las actividades se da también de manera informal. Las dificultades de los que han hecho la elección empresarial se mantienen en el proceso de compartición. Existe la conciencia de cómo el cuidado del ambiente cercano y de un estilo de vida sobrio tiene también repercusiones lejanas y respeta quien vive al otro lado del mundo. El desarrollo, acompañado hoy por el adjetivo sostenible, todavía es un fantasma que la clase política alardea para el enriquecimiento de la Isla y que los que participan en estos grupos desnudan de su pretenciosidad.
Se ha dedicado mucho tiempo a las relaciones, al intercambio y a la defensa de una economía simple todavía posible y puede ser cada vez más necesaria. Existe el deseo de otorgar valor a lo existente en contraposición a la cultura y al imaginario del desarrollo.
5. La riqueza del “vernaculum” o sea del “cum muns”
En las largas discusiones con Cristina, desde que vive en Cerdeña, a menudo nos hemos encontrada frente a un muro infranqueable. Como si la frontera de nuestra pieza de mosaico, para volver a la imagen de Benhabib, non estuviera mostrando la imposibilidad de un cambio por que la pieza del mosaico fronterizo, aquella de las razones del mercado capitalista, muestra perfiles no contratables.
El camino encontrado – que de vez en cuando volvemos a perder – es aquella de permanecer en el nuestro lugar y no dejarnos llevar adonde no queremos ir. Este ha sido un verdadero aprendizaje ya que la colonización de la mente hecha por la Pedagogía del capital nos lleva a enfocar las cosas como caminos sin salida, paralizando las potencialidades y los deseos de muchos de nosotros. El eslogan Tina(There Is No Alternative), tan enfatizado por los gobiernos, nos conduce por la mano en el territorio del consumo forzado, del desarrollo aparente, del individualismo desenfrenado, del bienestar mercancía, de las infinitas oportunidades aparentes. Pero esta no es la verdad. La verdad es que la alternativa existe y que nosotros somos parte de ella, sin embargo, para crear este lugar de intercambio político entre Pedagogía del capital y Pedagogía de la creación social, cada uno tiene que estar en su lugar. Y nuestro lugar está hecho de saberes anarquistas, de “vernaculum” y de “cum muns”.
O sea, nuestro lugar – real, cultural, simbolico – es un idioma elementar (fundamental, radical, donde la palabra es suficiente así como el apretón de manos) y el don, el intercambio en la confianza recíproca.
Si permanecemos en nuestro lugar estamos en casa y nuestra casa y nuestras relaciones ya son el mundo. Si permanecemos en nuestro lugar podemos partir e ir en otra parte teniendo un sitio donde volver. Hemos abierto con Ivan Illich, cuya erudición crítica nos ha dado muchas veces llaves de interpretación, y nos gustaría cerrar con él. La casa para Illich es el lugar del “vernaculum”. “Vernaculum es un término técnico que viene del derecho romano, donde aparece ya en los documentos más antiguos y hasta la codificación hecha por Teodosio. Indica el opuesto de una mercancía: «Vernaculum, quid quid domi nascitur, domestici frutus; res quae alicui nata est et quam non emit» (Du Cange, Glossarium mediae et infimae latinatis, VIII, p. 283). «Vernáculo» se dice, por lo tanto, de las cosa caseras, cultivadas en casa y que no están destinadas al mercado, sino sólo al uso doméstico”.
Nos gusta recordar que el significado etimológico de la palabra “comunidad” debe a la preposición latina cum, la indicación de una conexión, y comprende la palabra munus, que significa don. Si permanecemos en nuestro lugar físico y simbólico, haciendo comunidad e intercambio no monetario de cosas, gestos e ideas, estamos en casa en el mundo: en este sentido, una acción correcta en sentido eco-sistémico es una acción planetaria.
Se hace política empezando por sí mismo.
[1] De Cerdeña NdT.
[2] La civilización nuragica nació y se desarrolló en Cerdeña, en unperíodo que se extiende desde la plena Edad del Bronce (desde 1700 a.C.) hasta el siglo II antes de Cristo, ya en tiempos de los romanos. Debe su nombre a los Nuraghi, que son considerados como los más grandes monumentos megalíticos de Europa, aunque sobre su función real todavía quedan muchas preguntas por aclarar. La civilización de los antiguos sardos ha vivido mucho tiempo con sucesivas civilizaciones que llegaron a la isla, como la fenicio-púnica y romana, pero nunca ha sido completamente absorbida por éstas (NdT – wikipedia).
[3] Giuseppe Mazzini (1805 –1872), apodado “el alma de Italia”, fue un político, periodista y activista italiano que bregó por la unificación de Italia.
[4] La Cassa del Mezzogiorno fue un ente público italiano para fomentar el desarrollo de la región italiana del Mezzogiorno(sur e islas), muy “atrasada” socioeconómicamente respecto al resto del país.